Equipo Texas Women’s University gana primer lugar en concurso de la NASA

Desarrollan un dispositivo para combatir las perturbaciones del sueño en los astronautas

Cinco estudiantes de kinesiología de Texas Woman’s University nunca imaginaron que terminarían su último semestre tratando de encontrar soluciones para la NASA.

El equipo, llamado Oneiroi —por las deidades de los sueños de la mitología griega—, quería encontrar la forma de ayudar a los astronautas a dormir mejor, porque un viaje al espacio altera el ciclo natural del sueño.

Compitieron en el Texas Space Grant Consortium Design Challenge, concurso en el que estudiantes de pregrado tienen que diseñar y encontrar soluciones a problemas que enfrenta la NASA.

Fue el único equipo solo de mujeres que participó en el evento de noviembre.

“Realmente nos sacó de nuestra zona de confort a todas y cada una de nosotras”, dijo Casey Rice, de 22 años. “Nos abrió los ojos y como que nos abrió más puertas y oportunidades”.

Las estudiantes —Rice, Andrea Kim, Andrea Martínez, Natalie Wilkinson y Melanie Meek— pasaron todo un semestre tratando de ver cómo resolver la desincronización circadiana —la perturbación del ciclo de vigilia/sueño— causada por el cambio del ciclo de luz de 24 horas que se suele experimentarse en la atmósfera terrestre.

Tal desincronización afecta los procesos mentales, físicos y conductuales de los astronautas.

“Ya que que los astronautas sufren de insomnio, su estado de alerta mengua y tienen problemas de desempeño cognitivo… porque su ciclo de vigilia/sueño es totalmente perturbado”, explicó Meek, de 21 años.

El equipo investigó cómo tal perturbación del sueño es tratada en la Tierra para explorar qué medidas podían ser adaptadas a la vida en el espacio.

Querían dar una solución individual a los astronautas, así que las estudiantes se abocaron a crear un dispositivo portable de terapia de luz que parece un par de lentes.

A diferencia de los estudiantes de ingeniería que competían contra ellas, el equipo no sabía cómo usar la mayor parte del equipo y software que se necesita para programar, crear y probar un prototipo.

Así que tuvieron que pasar muchas horas aprendiendo a usarlos mediante tutoriales en internet, consultando a personas que conocían esas herramientas y por simple ensayo y error.

“Siendo las únicas estudiantes de especialidad en kinesiología en una competencia de ingeniería, una nunca sabe cómo van a salir las cosas”, dijo Meek.

Las estudiantes pasaron todo un mes y gastaron unos $250 en crear su aparato.

Ellas calculan que su producción costará mucho menos y que se puede fabricar en una fracción de ese tiempo si es que la NASA decide producirlo en serie.

Normalmente los competidores tendrían la oportunidad de ir al Johnson Space Center en Houston para conocer sus instalaciones, pero el evento se realizó virtualmente debido a la pandemia de coronavirus.

Cuando el equipo concluyó su presentación, sintieron que “por fin pudimos respirar” después de pasar “todo el semestre bajo el agua”, dijo Meek.

Ya que el proyecto fue muy intenso, contará como una pasantía, algo que se requiere para graduarse de TWU.

Al cabo de meses de estrés, de invertir todo su tiempo y energía en lo que se sentía como tomar una docena de clases al mismo tiempo, el equipo ganó el primer lugar.

“Confiábamos en nuestro dispositivo, pero no sabíamos cómo sería visto viniendo de un equipo especializado en ciencias de la salud”, dijo Wilkinson, de 21 años, capitana del equipo.

“Por eso, ver que le fue tan bien, fue muy, muy emocionante”.

Además el proyecto amplió las posibilidades ahora “ilimitadas” de lo que pueden hacer como profesionales, añadió.

“De hecho, hace unos días conocí a una persona que hace terapia física y entrenamiento atlético para la NASA y los astronautas”, dijo.

“Eso ahora es una opción que nunca pensé que llegaría a tener”.

El equipo espera que su triunfo inspire a otras mujeres jóvenes a estudiar e incursionar en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

Debido a que en las disciplinas STEM suelen predominar los hombres, Martínez, de 21 años, dijo que el equipo no se sentía como “favorito”.

La universidad ha enviado un equipo integrado solo por mujeres a esa competencia por tres años consecutivos.

Como mujer de color y que viene de un entorno de bajos recursos, Martínez nunca vio a la NASA como una posibilidad.

Ahora quiere que otras jóvenes se sientan inspiradas a “luchar por algo mejor y no limitarse a sí mismas”.

“No importa qué diga la gente o qué los hombre te digan: ‘no puedes hacer eso’”.

Por Valeria Olivares

Foto: Juan Figueroa / Staff Photographer

Créditos: dallasnews.com

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