Frustración y cuestionamientos a una misión fronteriza

El gobernador Abbott desplegó miles de efectivos de la Guardia Nacional de Texas en la frontera con México. Los soldados se quejan de las dificultades y de una labor que parece no tener rumbo.

McALLEN, Texas — Después de que miles de migrantes cruzaron a Del Río, Texas, el año pasado y abrumaron a las autoridades, el gobernador Greg Abbott ordenó el envío de miles de soldados de la Guardia Nacional a la frontera, con lo que amplió su participación en una misión conocida como Operación Estrella Solitaria.

Para la mayoría de los convocados, el servicio era obligatorio, se les notificó con poco tiempo de anticipación y pasó de ser un recorrido de unos pocos meses a un despliegue de un año para una misión que Abbott ha dicho que es necesaria para frenar la migración ilegal, así como el tráfico de personas y de drogas.

Sin embargo, muchos de los que fueron enviados a la frontera se quejan de la mala planeación, de los problemas con el pago de sus sueldos y de la falta de equipo básico, como ropa de invierno para el frío o estetoscopios para los médicos. Ha habido brotes de COVID-19 en bases improvisadas, donde decenas de soldados se apiñan en cuarteles móviles tan estrechos que los comandantes los llaman “remolques submarinos”.

Cientos de soldados solicitaron exenciones debido a la incierta duración de la misión y a los inconvenientes que supondría para sus familias, mismas que les fueron negadas. En algunos casos, se emitieron órdenes de arresto para los que no se presentaron al servicio.

“Sencillamente, es una ridiculez. Están jugando con mi vida y la de mi familia”, dijo Hugo Brito, un veterano de la guardia con 20 años de experiencia que dijo que había decidido jubilarse debido a la activación de la frontera.

Las quejas han llevado a más de una decena de congresistas demócratas de Texas a pedir que el inspector general de la guardia realice una investigación de la misión fronteriza y han suscitado las críticas de los aspirantes republicanos a las elecciones primarias y rivales de Abbott, entre ellos Allen West, oficial retirado del Ejército y expresidente del Partido Republicano de Texas, y Beto O’Rourke, el candidato demócrata a gobernador más conocido.

 Los miembros de la Guardia de Texas están desplegados a lo largo del río Grande, en las afueras de Del Río, Texas, como parte de la Operación Estrella Solitaria.
Kirsten Luce para The New York Times

Abbott ha basado su campaña en su estrategia de la aplicación de la ley y el orden en la frontera; este mes, hizo el anuncio oficial de su candidatura para la reelección en McAllen, una ciudad fronteriza de mayoría hispana donde se ha registrado un número importante de cruces de migrantes. Su primer anuncio de televisión, patrocinado por el Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, comenzó a emitirse esta semana y destacó el despliegue de la Guardia Nacional.

“Texas no tenía más remedio que dar un paso adelante y abordar esta crisis tras la inacción del presidente Biden y de los demócratas del Congreso”, declaró Nan Tolson, vocera del gobernador, en respuesta a las preguntas sobre la problemática misión fronteriza. “Texas hará lo que sea necesario para resguardar nuestra frontera sur y proteger a los texanos teniendo en cuenta la inacción del presidente Biden”.

El oficial a cargo de la misión, el general brigadier Monie R. Ulis, respondió hace poco a las preocupaciones de los miembros de la guardia sobre el equipo, la paga y la planeación con una carta, en la que reconoció que “todavía había varios problemas con los pagos” y que el alojamiento seguía siendo “modesto”.

Comentó que tras una cifra récord de cruces ilegales, Abbott se había visto “obligado a declarar el estado de emergencia”, con lo que se autorizó la movilización de la guardia para apoyar a la policía estatal en la frontera. Hasta la fecha, dijo, la presencia de la guardia ha impedido el cruce de drogas en la frontera y ha ayudado a alertar a las autoridades federales sobre decenas de miles de migrantes indocumentados.

Se espera que el despliegue de la Guardia Nacional en Texas —algunos de cuyos casi 24.000 miembros formaron parte de la respuesta a la pandemia— le cueste al estado 2000 millones de dólares este año, según declaraciones de un vocero del Departamento Militar de Texas.

Como parte de la misión, los miembros de la guardia instalaron puestos de observación a lo largo de la frontera (que suelen estar conformados por soldados en un vehículo militar multipropósito 4×4 conocido como Humvee), con el objetivo de impedir los cruces ilegales. También han colaborado con las autoridades locales y los agentes fronterizos en las detenciones de migrantes.

Sin embargo, muchos de los que participan en la misión creen que es improvisada, está mal definida y tiene fines políticos, según las entrevistas con diez miembros actuales y antiguos de la guardia, una revisión de los documentos internos y la grabación de una reunión virtual de casi dos horas con altos mandos la semana pasada, obtenida por The New York Times.

“Tenemos que trabajar sobre la marcha”, dijo el general de división Charles Aris durante el encuentro con comandantes y sargentos y lo confirmó por mensaje de texto. “En cierta medida, tengo la esperanza de que quizás en noviembre, o quizá antes, hayamos conseguido controlar esto y podamos reducir el despliegue militar. Pero ahora mismo no lo tengo previsto”.

Una reciente encuesta sobre el ánimo de los miembros de la Guardia de Texas asignados a la Operación Estrella Solitaria, realizada a través de SurveyMonkey, puso de manifiesto la preocupación por el retraso o los problemas de pago y alojamiento, así como las dudas sobre el objetivo de su misión.

Incluso para los soldados veteranos, incluidos los que tienen experiencia militar en el extranjero, el despliegue forzoso y rápido parece no concordar con la naturaleza del trabajo.

“Todo lo que hacemos es estar aquí”, comentó un miembro activo cuyo trabajo es operar un puesto fijo cerca de Brownsville. “Ni siquiera tenemos equipo para detener a nadie: esposas ni nada parecido”. Al igual que otros miembros en activo, solicitó el anonimato para evitar posibles medidas disciplinarias por hablar.

Añadió: “Si alguien se acerca, le pedimos que se detenga y espere; llamamos a la Patrulla Fronteriza. Si alguien huye, llamamos a la Patrulla Fronteriza. Básicamente, somos guardias de centro comercial en la frontera”.

La rápida activación de la Guardia Nacional en Texas se produjo en respuesta a un aumento de las detenciones de migrantes en la frontera con México.
Kirsten Luce para The New York Times

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos se ha visto rebasada por el número de cruces: más de 1,7 millones en la frontera del suroeste el año pasado y el momento más crítico se dio a mediados de septiembre, cuando miles de migrantes se aglomeraron bajo el puente internacional de Del Río.

Abbott ha enfrentado una enorme presión política para responder.

Según documentos estatales, Abbott solicitó en septiembre que 1500 soldados se unieran a los aproximadamente 500 que ya se habían desplegado en la frontera. Esa misma semana, Tucker Carlson comenzó a atacarlo en su programa de Fox News, muy popular entre los conservadores, por no enviar más tropas de la Guardia Nacional, y en los días siguientes invitó a los aspirantes republicanos de Abbott a su programa para hacer lo mismo.

Poco después, Abbott solicitó el envío de otros 2500 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera en octubre. El gobernador apareció entonces en el programa de Carlson ese mes por primera vez y dijo que 6500 efectivos de la Guardia y tropas estatales estaban en la frontera.

Pero la Guardia de Texas no podía llegar a esas cifras solo con voluntarios. Así que la misión se convirtió en obligatoria. Y a diferencia de las prolongadas misiones federales en el extranjero —en las que los elementos disponen de meses para preparar sus largas ausencias con sus trabajos civiles y sus familias—, los convocados tenían que presentarse en semanas o, en algunos casos, en pocos días.

Y la activación iba a durar meses. Más de 900 miembros de la Guardia —estudiantes, empresarios, policías y bomberos— solicitaron exenciones por dificultades económicas. Una cuarta parte de ellas fueron denegadas, según la portavoz del departamento militar, la coronel Rita Holton.

El gobernador Greg Abbott ha hecho de su enfoque fronterizo una pieza central de su campaña; incluso eligió destacar su despliegue de la Guardia Nacional en su primer anuncio de televisión en su apuesta por la reelección.
Joel Martinez/The Monitor, vía Associated Press

El gobernador no ha querido decir cuánto tiempo permanecerán los miles de miembros de la Guardia Nacional en la frontera de Texas. “En parte, lo que suceda en adelante depende de lo que haga el gobierno de Biden”, dijo Abbott durante una conferencia de prensa la semana pasada. “Queremos que se vayan lo antes posible, pero tenemos que responder a los hechos que se producen en la zona”.

El general Aris comentó que era probable que los elementos de la Guardia Nacional pasen 365 días en la misión de la frontera y que quizá habría dos “turnos” de un año de duración.

“Por lo general, cuando te llaman para el servicio activo estatal, es por un tiempo corto, de unos días o semanas”, mencionó Jason Featherston, quien se retiró de la Guardia Nacional de Texas el año pasado como miembro enlistado de rango superior. “Para esta misión, si estabas en activo, te enviaban a la frontera. No les importaban tus preocupaciones”.

Featherston ha sido abierto en sus críticas, en su molestia por el recorte estatal en las ayudas a la matrícula de la guardia el año pasado, cuando se destinaron miles de millones a la misión fronteriza.

Featherston y varios soldados más dijeron que también resintieron los cuatro suicidios recientes que se presentaron entre los miembros de la guardia convocados para la Operación Estrella Solitaria, aunque no se han determinado con claridad los motivos de los suicidios, que representan una crisis persistente, en la que el trauma y el estrés contribuyen a que las cifras aumenten cada año desde 2001.

John Crutcher, sargento de la guardia de 45 años y capitán del cuerpo de bomberos de Dallas, conocido como Kenny, logró obtener un permiso para retrasar su servicio de manera temporal para cuidar de su mujer tras una operación de urgencia, así como de su hija y de su cuñado, que tiene síndrome de Down y vivía con ellos.

Aun así, la presión de conciliar su vida familiar y su función como líder de otros soldados en la guardia le pesaba, dijo su esposa, Heather Seymour. “Él recibía fotos de la frontera en las que le decían: ‘Aquí estoy vigilando este parque de remolques y esa es mi misión’”, dijo. “Nada de eso tenía sentido para ellos, no entendían por qué era tan importante como para dejar a sus familias y sus trabajos”.

Con su exención temporal a punto de expirar, Seymour dijo que su marido estaba cada vez más alterado. Luego se suicidó. Había luchado contra el alcohol y el estrés postraumático por su servicio en lugares como Afganistán y había buscado ayuda. La misión en la frontera se sumó a sus problemas, manifestó.

​​Otro miembro que solicitó una exención de acudir a la misión Joshua R. Cortez, fue encontrado muerto en su carro por una herida de bala autoinfligida dos días después de que se le denegara la exención, según los registros.

“Como comandante en jefe de nuestras tropas en el estado de Texas, la vida de cada uno de ellos es significativa”, dijo Abbott cuando se le preguntó durante una conferencia de prensa la semana pasada sobre los suicidios, que fueron reportados por primera vez por Army Times. “Dicho esto, tenemos que entender el contexto más amplio”, añadió, y proporcionó estadísticas sobre los suicidios entre los soldados militares estadounidenses.

Según Featherston, la indefinición de la misión y su aparente falta de planeación anterior ponen en peligro el bienestar de los soldados.

“Creo que debemos estar en la frontera, pero con un propósito”, dijo Featherston. “Mucha gente piensa que esto es un truco publicitario. ¿Por qué todo este impulso tan repentino?”.

Por J. David Goodman

Foto: Christopher Lee para The New York Times

Créditos: nytimes.com

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