Rusia es el tercer mayor productor mundial de petróleo crudo y el proveedor más importante de gas natural para el viejo continente y ha iniciado su ofensiva sobre Ucrania y ha dejado a Occidente a un paso de tomar medidas en su contra. Hasta el momento, todo indica que serían sanciones financieras, individuales y tecnológicas para el gobierno de Vladimir Putin, dejando a la nación aislada económicamente.
El gas ruso ingresa a Ucrania a través de las estaciones compresoras de Sudzha y Sokhranovka, que se encuentran a pocas horas de distancia de las regiones separatistas y en la frontera entre los dos países. Fluye a través de tuberías a través del hoy asesiado país y más hacia Europa a través de naciones como Eslovaquia y Polonia; este último también al borde de ingresar al conflicto.
Hasta el momento, el operador de la red de gas de Ucrania (GTSOU, su sigla en inglés) dijo que sus instalaciones estaban operando “sin problemas” y que estaba cumpliendo con todas sus obligaciones de transporte. Lo mismo apuntó la rusa Gazprom.
Los oleoductos que cruzan Ucrania también transportan algo de petróleo ruso a Europa. En el sector de la electricidad, la empresa de energía eléctrica privada más grande de Ucrania, DTEK, tiene algunas plantas en partes de las regiones de Donetsk y Lugansk controladas todavía por Ucrania.
Hasta el momento, sin interrupción, pero en medio de las tensiones, el único beneficiado es Moscú por el alza del precio de los combustibles.
El 40% del suministro de gas natural para Europa proviene directamente de Rusia y alrededor de un tercio de esos flujos se envían a través de Ucrania. Al 23 de febrero, antes de los ataques armados, su valor llegó a saltar a más de 88 euros (US$ 98) por megavatio hora. Después, superó la barrera de los 100 euros y, este jueves, el diario Expansión de España detalla que “en apenas 13 horas, desde que salieron las primeras noticias sobre el inicio armado del conflicto, el precio del gas se ha disparado en torno a 13 euros en el mercado diario, también conocido como spot. Lo mismo ha ocurrido con la luz”. Es decir, el precio de la luz y el gas suben un euro cada hora.
En el caso de Alemania, una de las potencias europeas que más depende de Rusia, ha estado entrampada con disputas con Moscú desde hace meses. La nación importa el 50% de gas de Rusia y no tiene plantas de gasificación, entonces no puede prescindir de ese suministro.
Si con el conflicto armado se presenta alguna interrupción en el bombeo normal del gas, podría haber escasez en Europa. Los bajos inventarios del combustible el año pasado enviaron los precios a niveles récord, y los volúmenes de Rusia se han reducido desde la segunda mitad de 2021. Y con los precios de las materias primas ya en sus máximos, la guerra se sumará a las presiones inflacionarias en toda la economía mundial.
Los analistas citados por diferentes medios internacionales estiman que es poco probable que Moscú responda cortando el suministro de gas, que llega a Europa a través de oleoductos que atraviesan Ucrania y Polonia bajo el mar Báltico, respectivamente.
Si esto llegara a ocurrir, a Europa le resultaría prácticamente imposible reemplazar ese faltante pues no había suficiente capacidad disponible en el mercado para cubrir el déficit. Lo mismo con el petróleo.
Créditos: estrategiaaduanera.mx