La gira de unas cuantas horas del presidente Joe Biden por El Paso estuvo marcada por el silencio. Nada de frases contundentes en la primera gira que realiza por la frontera sur –en plena crisis migratoria– en los dos años que lleva en el poder.
Contrario a las expectativas de la comunidad fronteriza que esperaban un discurso contundente o un pronunciamiento en materia migratoria o de seguridad nacional, Biden optó por sostener reuniones privadas con diferentes grupos de la comunidad: agentes de la Patrulla Fronteriza, oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), así como funcionarios de gobierno y de la sociedad civil que apoyan a los solicitantes de asilo.
De igual manera evitó tener un contacto directo con algunos de los miles de extranjeros que han cruzado de Ciudad Juárez a EP en busca de asilo político en Estados Unidos.
Por la mañana, antes de abordar el avión presidencial, el mandatario hizo una declaración en la que no compromete soluciones a la crisis fronteriza ni responde a las críticas que ha recibido su nuevo plan migratorio anunciado el jueves.
“Hoy viajaré a El Paso para visitar la frontera y reunirme con líderes locales”, tuiteó el mandatario. “Nuestras comunidades fronterizas representan lo mejor de la generosidad de nuestra nación y les conseguiremos más apoyo mientras ampliamos las vías legales para una inmigración ordenada y limitamos la inmigración ilegal”.
A lo largo del viaje mantuvo la postura callada: no trató grandes temas con la prensa, que fue atendida por la vocera y por el Secretario de Seguridad Nacional. Tampoco mencionó otros temas como la crisis del fentanilo, que de acuerdo con la Casa Blanca es uno de los puntos torales de la gira presidencial.
Silencio con Abbott
El líder de la nación fue recibido en el Aeropuerto de El Paso por uno de sus críticos más feroces: el gobernador de Texas, Greg Abbott, con quien intercambió palabras por alrededor de un minuto al pie del avión presidencial Air Force One.
Abbott declaró a los medios de comunicación que le había entregado una carta a Biden en la que describía lo que, según él, eran soluciones a los desafíos migratorios de la nación.
Aunque el mandatario pareció leer la carta, guardó silencio y partió en el convoy presidencial hacia su siguiente destino. Posteriormente se le preguntó si lo había hecho y contestó que “todavía no”.
El gobernador, por su parte, aprovechó la presencia de los medios de comunicación para acercarse a la prensa y darle a conocer su versión sobre la seguridad fronteriza y el supuesto fracaso de los demócratas en esta asignatura.
“El presidente pidió soluciones a los republicanos. En la carta que le di, proporcioné cinco soluciones que ya existen bajo la ley actual de los Estados Unidos. Todo lo que le pedimos al presidente que haga es hacer cumplir estos cinco estándares bajo la ley”, dijo Abbott.
Pocas palabras con agentes
El domingo, Biden recorrió las operaciones policiales y habló con agentes de la CBP en el cruce internacional más transitado de la ciudad: el puente de las Américas conocido como “Libre”. En su primera parada en el puente, Biden observó mientras los agentes fronterizos del El Paso le mostraban cómo revisan vehículos en busca de drogas, dinero u otros artículos de contrabando.
La fotografía que se tomó el primer mandatario con el letrero que da la bienvenida a México en el fondo pareciera como una declaración de la cercanía con México.
Cuando se le preguntó lo que aprendió con los agentes, Biden se limitó a decir: “Necesitan muchos recursos. Vamos a conseguirlos”.
Luego se dirigió a una calle polvorienta con edificios abandonados y caminó a lo largo de una cerca fronteriza de metal que separa a El Paso de Ciudad Juárez, a la altura de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), concretamente en lo que fuera el primer asentamiento de Fort Bliss.
Con varita mágica
La última escala de Biden fue en el Centro de Servicios para Migrantes, en El Paso, pero no había extranjeros a la vista. Mientras le informaban de los servicios que se ofrecen allí, le preguntó a un trabajador de ayuda humanitaria: “Si yo pudiera agitar la varita mágica, ¿qué debería hacer?”. La respuesta no fue audible.
Ahí tampoco hubo los grandes discursos, aunque testigos señalaron que Biden manifestó un interés genuino en resolver la situación de la crisis migratoria.
“Escuchó atento y parecía genuinamente interesado en los temas”, dijo uno de los invitados al Centro de Servicios para Migrantes.
Empero, señaló que el presidente sostuvo dos reuniones separadas en el Centro: una con funcionarios de gobierno y en un cuarto distinto estuvo con religiosos –incluyendo el obispo católico Mark Seitz– y activistas migratorios.
La visita de casi cuatro horas de Biden se realizó bajo un intenso control. No encontró a migrantes, salvo cuando su convoy pasó junto a la frontera y aproximadamente una docena se agruparon del lado de Ciudad Juárez. Su visita no incluyó pasar a una estación de la Patrulla Fronteriza, donde los solicitantes de asilo que cruzan ilegalmente son detenidos. Tampoco hizo declaraciones públicas.
Analistas señalan la visita pareció diseñada para exhibir una forma de operar que funciona sin contratiempos para procesar a los migrantes legales, erradicar el contrabando y tratar humanamente a las personas que han ingresado sin permiso, creando una narrativa contraria a los alegatos de los republicanos de que existe una situación de crisis equivalente a que la frontera esté abierta.
En medio del fuego cruzado, la presencia de Biden en El Paso marcada por el código de silencio pudiera responder a una estrategia que busca minimizar el control de daños ante las críticas que ha recibido tanto por los rivales ideológicos republicanos –como Greg Abbott– así como activistas liberales que se relacionan con el Partido Demócrata.
La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), que ha liderado la batalla legal para detener las expulsiones desde la administración Trump, criticó a Biden por seguir confiando en una política de salud pública de la era de la pandemia llamada Título 42, diciendo que expulsar a los solicitantes de asilo los enviará a ciudades fronterizas peligrosas donde algunos han sido secuestrados o asesinados.
“Esta expansión instintiva del Título 42 pondrá más vidas en grave peligro”, dijo en un comunicado Jonathan Blazer, director de estrategias fronterizas de la ACLU.
Créditos: diario.mx