Estos son los mapas de Texas que descifran el futuro político de Estados Unidos

El Partido Demócrata lleva 40 años soñando con que su candidato presidencial vuelva a ganar en Texas, una hazaña que no logra desde Jimmy Carter en 1976. El anhelo no solo es por el botín electoral, el segundo más preciado tras California, sino porque su cambio contiene todos los ingredientes del nuevo Estados Unidos que se asoma en un horizonte ya no tan lejano.

De momento, los Demócratas se hacen pocas ilusiones para estas elecciones. A día de hoy, Donald Trump le saca casi cuatro puntos de ventaja a Joe Biden, según el compilado de encuestas del medio especializado FiveThirtyEight, unas cifras que no han oscilado mucho en los últimos meses. Difícil, pero no imposible. Por eso hoy hablamos de Texas.

“Si Estados Unidos fuera un barco, Texas sería la bodega. Cuando la carga se mueve, el rumbo del barco se ve afectado”

LA BODEGA DE AMÉRICA

Dicen que “Texas es para los americanos lo que América para el mundo”, un tópico que calza bien con varios estados dependiendo del prisma con el que se mire a la sociedad estadounidense. No es exagerado decir que el estado de la Estrella Solitaria contiene en sí mismo mucha de la idiosincrasia colectiva, ese país de cowboys de Salvaje Oeste y petroleros con gigantes sombreros. Son los rodeos, la música country y “Houston, tenemos un problema”. Parte de la esencia estadounidense se destila en San Antonio o Houston, como California condensa el glamour de Los Ángeles y el poder tecnológico de San Francisco. Si Chuck Norris decidió ser Ranger aquí, es que no merecía la pena serlo en otro sitio.

Con 29 millones de habitantes, Texas elige a 38 de los 538 electores que deciden la presidencia, precedida por los 55 de California y seguida por los 29 de Florida. Su peso electoral equivale al de 10 estados pequeños. Pero cada año que pasa, a Texas le toca una mayor parte del pastel. Por eso, el respaldo de los texanos es la piedra angular de cualquier carrera republicana a la Casa Blanca.

“Si Estados Unidos fuera un barco, Texas sería la bodega. Cuando la carga se mueve, el rumbo del barco se ve afectado”, escribía Lawrence Wright, autor de ‘Dios salve a Texas: viaje al futuro de Estados Unidos’ (ed: Debate), para condensar cómo lo que ocurre allí acaba afectando de manera desproporcionada al resto del país. Su crecimiento demográfico y económico no hará sino aumentar su influencia política y electoral. Por ejemplo, si el estado se hubiera volcado con Hillary Clinton en 2016, Trump no sería hoy presidente pese a su victoria en los estados clave (‘swing states’) de Pensilvania, Wisconsin, Michigan y Florida.

Por supuesto, nadie contaba con eso. Trump (4,685,047) le sacó 9 puntos de ventaja a Clinton (3,877,868) en Texas (52,2 vs 43,2). Ese margen se tradujo en una diferencia de 800.000 votos, medio millón menos de los que obtuvo el republicano Mitt Romney frente a Barack Obama en 2012, y la diferencia más baja para un republicano en lo que va de siglo. Y, aunque en todos los casos el perfil de los contendientes ha sido decisivo para mover las cifras finales, el resultado confirma una tendencia de fondo que hace cada vez más complicado para los conservadores ganar en su joya de la corona.

DECONSTRUIR EL BASTIÓN REPUBLICANO

Hasta la llegada de Ronald Reagan en 1980, Texas tenía tradición de votar a los demócratas, que ganaron 20 de las 26 elecciones presidenciales entre 1845 y 1980. ¿Significa esto que en aquel entonces los texanos eran progresistas? No. Simplemente votar demócrata era la costumbre. Casi herencia familiar.

Evolución del voto presidencial en Texas 2000-2016

Foto: Secretaría del Estado de Texas
Texas se enfrenta a un cambio generacional, demográfico y político que alterará las bases del poder en Estados Unidos en las próximas generaciones

El cambio comenzó con las migraciones internas de la década de 1950, que se aceleraron en los 70, cuando Texas y su petróleo se convirtieron en la locomotora de un país que se estaba comiendo -a veces, literalmente- el mundo. La polarización partidista, especialmente marcada por el Movimiento por los derechos civiles y los últimos compases de la Guerra de Vietnam, hicieron que los texanos se decantaran por el partido que abrazó los valores tradicionales de patria, familia y Dios que resume el manido ‘God bless America’.

Los suburbios residenciales de las grandes ciudades se llenaron de familias de clase media, blancas y religiosas (evangélicos), buscando buenas casas para criar a sus hijos. Estos reforzaron los valores más conservadores de un estado muy rural -la reticencia al gasto federal, las regulaciones y las subidas de impuestos, el temor a la migración, la conexión con las armas y los militares, y esa desconfianza atávica hacia el concepto de “Washington”-.

El clan de los Bush es un ejemplo perfecto de este fenómeno: George padre se mudó al oeste de Texas tras graduarse en 1948 y se hizo millonario en la industria petrolera antes de los 40 años. Mientras, el sur del estado y las grandes ciudades absorbían el grueso de la migración extranjera, de la desigualdad y la pobreza.

Medio siglo después, esos patrones se han revertido. Texas se enfrenta a un cambio generacional, demográfico y político que alterará las bases del poder en Estados Unidos en las próximas generaciones. Estas son las claves:

EL CAMBIO DEMOGRÁFICO: LA CIUDAD REINARÁ SOBRE EL CAMPO

Volvamos al colchón de 800.000 votos que le sacó Trump a Clinton en 2016. Dos años más tarde, Texas acudía a las urnas de nuevo para elegir a uno de sus dos senadores como parte de las ‘midterms’ estadounidenses. Entre los demócratas había expectativas exageradas: Ted Cruz (4,260,553), un senador poco popular incluso entre sus colegas republicanos, frente a Beto O’Rourke (4,045,632), una joven promesa demócrata con un nombre rimbombante, carisma y una campaña viral. Perdieron por apenas 200.000 votos. Sin embargo, la ‘betomanía’ dejó unas cuantas reflexiones sobre lo que está por llegar.

Si comparamos el mapa electoral de los condados de Texas entre las presidenciales de 2016 y la elección de senador en las ‘mitderms’ de 2018 apenas notaremos alguna diferencia. Con suerte, si nos fijamos con cuidado, podremos percatarnos de algún puntito azul más aquí o allá, flotando en un mar de cuadraditos rojos.

Cómo votaron los condados de Texas. Elecciones presidenciales 2016 y Senado 2018

Foto: Secretaría del Estado de Texas

En 2016, Trump ganó por un margen de 9 puntos a Clinton en Texas, tiñendo de azul la mayoría de los condados. Fueron 800.000 votos de diferencia, la menor recibida por un presidente republicano en lo que va de siglo.

En 2018, el aspirante demócrata Beto O’Rourke redujo ese colchón e unos 200.000 votos en las ‘midterms’ en las que perdió su carrera senatorial ante el republicano Ted Cruz.

Pero mirando el mapa, apenas podrás percatarte, si te fijas con cuidado, de apenas un puntito azul más aquí o allá, flotando en un mar de cuadraditos rojos. Esas pequeñas muescas azuladas en el mapa pueden cambiarlo todo.

Son áreas suburbanas, tradicionalmente de mayoría blanca y republicanos convencidos. Pero en los últimos años, estos condados han crecido más diversos, más jóvenes y más progresistas.

Texas es el cuarto estado más joven del país y tiene cuatro de las 11 ciudades más pobladas de Estados Unidos (Austin, Houston, Dallas, San Antonio)

Estas pequeñas muescas azuladas en el mapa representan cómo el poderío demócrata está saliendo de sus bastiones urbanos y reconquistando estos suburbios de mayoría blanca. Esto se debe al cambio demográfico que afecta a todo EEUU y que se puede ver con gran claridad en Texas, donde se prevé que la población se duplique hasta casi 55 millones de personas para 2050.

El único estado en EEUU más poblado que Texas es California, pero dentro de treinta años la población texana se habrá doblado hasta los 54,4 millones de personas, casi tantos habitantes como Nueva York y California juntos. Su crecimiento es una combinación a partes similares de natalidad estatal, migración interna y migración internacional.

Texas es el cuarto estado más joven del país (35 años de media) y uno de los cinco que más población gana cada año. Tiene además cuatro de las 11 ciudades más pobladas de Estados Unidos (Austin, Houston, Dallas, San Antonio), que atraen población de otros lugares del país, desde jóvenes profesionales que buscan oportunidades en su pujante sector tecnológico a ejecutivos consumados de la industria energética. Esta migración está haciendo de los suburbios zonas cada vez más diversas, más jóvenes y con más nivel educativo. Y, estadísticamente, más proclives a votar demócrata.

Este fenómeno se repite en varias zonas del país y ya tiene precedentes en Texas. En 2016, pese a su derrota, Hillary Clinton logró que, por primera vez en décadas, el condado de Fort Bend cambiara de rojo a azul. En 2018, el voto joven ayudó a O’Rourke a conquistar Hays County, un condado que no votaba demócrata desde 1992, con nada menos que 15 puntos de ventaja. Si Biden consigue unos cuantos “puntitos azules” más, aunque sean indistinguibles en el mapa, tendrá el estado a tiro.

LA MIGRACIÓN: UN EMPUJÓN DE LA MAYORÍA SILENCIOSA

Otra conclusión que se extrae de ese mapa es cómo los demócratas se han afianzado en las áreas hispanas del sur y oeste de Texas. Los hispanos ya tienen casi el mismo peso poblacional que los blancos -aunque su estructura demográfica es mucho más joven- y suman un tercio de los votantes del estado, según Pew Research Center. Estos números van en aumento según vamos al sur, donde ya hay distritos que llegan al 60% de los electores hispanos.

Evolución de la población por origen racial en Texas entre 2010-2018

Foto: CENSO DE EEUU 2018
“Al Partido Republicano le conviene que voten pocos, porque si la participación es muy alta pueden perder el estado”

Pero, como sucede en gran parte del país, sus tasas de participación electoral son todavía bajas y su opinión está lejos de ser decisiva como, por ejemplo, en Florida. De hecho, en 2018, O’Rourke sacó menos votos que Hillary en algunos de los distritos hispanos más conservadores. Además, los hispanos votan mucho menos que los blancos angloparlantes. Pero la inclinación de la comunidad por los demócratas es clara. En 2016, el respaldo de los hispanos por Hillary Clinton fue del 77%, según un estudio de la Universidad de California. Unas cifras que, de forma lenta pero constante, no paran de crecer.

Actualmente, los hispanos ya son el electorado con más potencial de crecimiento en Texas y, tan pronto como en 2022, será el primer estado en el que los blancos sean minoría. Algo que se espera suceda en todo el país en 2045 (y que, de hecho, ya ha sucedido: los blancos ya no son mayoría en la franja de edad de menos 18 años).

“Texas es el laboratorio demográfico de Estados Unidos. Aquí, los latinos van a ser mayoría en apenas unos pocos años, mientras que en el país, alrededor de 2040, los blancos angloparlantes serán una minoría”, explica Luis Salinas, doctor en Sociología por la Universidad de Houston, a El Confidencial. “Las ciudades votan Demócrata y las zonas rurales son republicanas. Ya vimos en 2018 que Beto O’Rourke se quedó muy cerca de ganar a Cruz. En estas elecciones, dependerá de cuánta gente vote. Al Partido Republicano le conviene que voten pocos, porque si la participación es muy alta pueden perder el estado”.

EL FACTOR TRUMP: LA POLARIZACIÓN OS HARÁ FUERTES

En general, O’Rourke mejoró los resultados de Hillary Clinton (3,877,868) en todo el estado, donde sacó casi 200.000 votos más que la excandidata presidencial en 2016 -quien ya había logrado 570.000 votos más que Obama en 2012-. ¿Cómo lo hizo? Primero, logrando que sus bases salieran a votar.

Concentración del voto urbano en cinco condados en 2018

Foto: SECRETARÍA DE ESTADO DE TEXAS

Los cinco condados con más población de Texas concentran el 43% de los votantes. En estos núcleos urbanos y suburbano, el demócrata O’Rourke ganó 60/40 por casi 800.000 votos.

Los otros 249 condados, con mucha presencia rural o semirural, suman el 53% del voto. Aquí los republicanos dominaron 60/40 y sacaron un millón de votos más.

Esto confirma que todavía la texas blanca rural lleva la voz cantante. Pero suena más ronca ante la nueva generaciones, más diversas racialmente y más progresistas ideológicamente.

Esto se puede ver en cómo la participación aumentó desproporcionadamente en las midterms de 2018 especialmente en zonas demócratas, impulsadas por la polarización y el cambio generacional.

La polarización que ha marcado el primer mandato de Trump desde el primer momento se reflejó en una elevada participación en las ‘midterms’ estadounidenses, especialmente en el bando demócrata. En Texas, pese a ser una elección senatorial, sufragaron 8,3 millones de electores, casi el doble que cuatro años antes. Una subida que capitalizó en su mayoría la izquierda.

Los cinco condados con más población del estado concentran el 43% de los votantes. Allí el demócrata ganó 60/40 por casi 800.000 votos. Mientras que en los 249 condados que suman el 53% del voto, las proporciones se invirtieron para el republicano Cruz 60/40 -un millón de votos más-. Esto confirma que todavía la texas blanca rural lleva la voz cantante, pero que cada vez suena más ronca.

La participación se dispara en áreas urbanas de tendencia demócrata entre 2018 y 2014

FUENTE: SECRETARÍA DE ESTADO DE TEXAS

Pero O’Rourke no solo logró hacer que sus votantes se movieran a los colegios a votar. También persuadió a republicanos indecisos y votantes de partidos independientes, casi todos blancos y con educación universitaria, para que dejaran de respaldar al Partido Republicano de Trump. Esto no solo fue mérito del candidato, sino también fruto de la radicalización de la Casa Blanca que espanta a algunos conservadores moderados.

En 2017, Tom Mechler presentó su dimisión como líder del Partido Republicano en Texas, lamentando la deriva que estaba tomando el ‘Great Old Party’. “Un partido que se fractura por culpa de la ira y el revanchismo es un partido que no tendrá éxito”, escribió en su carta de dimisión, alertando sobre cómo el error estratégico de cultivar el menguante electorado blanco los condenaba a la extinción electoral. Y terminó con una profecía: “Si continuamos haciendo los mismos esfuerzos que hasta ahora para enfrentarnos a la diversidad de comunidades de nuestro estado, este terminará haciéndose demócrata”.

Foto: elconfidencial.com

Créditos: elconfidencial.com

 

 

 

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