Uno de los hitos históricos recientes que los mexicanos tenemos presente ha sido el ocurrido en el pasado 30 de noviembre de 2019, pues no sólo había terminado un sexenio y se había dado la transición del poder federal; sino también estaba por iniciar una nueva era en la relación comercial con nuestros principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, al firmarse un nuevo tratado comercial que tendría efectos en todos los sectores económicos del país.
Para la industria automotriz, esta nueva fase implica retos adicionales en un año de por sí complicado; sin embargo, si sabemos cómo capitalizarlo, también se presentan muchas oportunidades para el sector mexicano. Actualmente nos enfrentamos con una coyuntura compleja, la economía mundial está atravesando por una crisis económica causada por una crisis sanitaria, la economía nacional continúa con tendencias a la baja y el mercado mexicano no ha repuntado como se esperaba; el T-MEC debe ser visto como una herramienta que nos permita conservar la posición que tenemos como uno de los principales fabricantes de vehículos en el mundo.
La relación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá ha estado entrelazada desde 1994, tras la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual dio pie al inicio de la integración de la industria automotriz de México a la cadena de valor de la región de Norteamérica. Gracias a ello, México se posicionó entre los primeros productores automotrices del mundo, debido a su atractivo para las inversiones extranjeras directas, al contar con una mano de obra competitiva, una posición geográfica privilegiada colindando con el mercado estadounidense, así como con una importante red de tratados y acuerdos comerciales internacionales.
No obstante, esta relación se vio en peligro durante la presidencia de Donald Trump, quien fuera el principal impulsor de la renegociación del tratado que estuvo vigente por más de 25 años y que dio paso al T-MEC, trayendo consigo una serie de modificaciones que impactan directamente a la industria automotriz mexicana, entre ellas las estrictas reglas de origen para los vehículos ligeros y cambios en el rubro laboral. A pesar de que estas preocupaciones las vivimos día con día, somos optimistas y buscamos afrontar la situación con nuestra mejor cara, y como industria, donde se nos presentan retos vemos oportunidades.
El T-MEC, a diferencia del tratado anterior, obliga a cumplir con cuatro requisitos para que el vehículo sea considerado originario. 1) Un mayor Valor del Contenido Regional (VCR) del vehículo que se irá incrementando gradualmente hasta alcanzar un 75%; 2) un VCR del 75% en autopartes esenciales, como ejes, transmisión, carrocería y motores; 3) un mínimo de 70% de las compras de acero y de 70% de las compras de aluminio en la región deberán ser originarias, y 4) un Valor de Contenido Laboral (VCL) de 40% en vehículos de pasajeros y de 45% en camiones comerciales ligeros. La principal diferencia en la regla de origen del T-MEC comparada con la del TLCAN radica en que en el antiguo tratado solo teníamos que cumplir con el porcentaje del VCR y en el nuevo tratado hay que cumplir con estos cuatro requisitos.
Siempre supimos que los cambios serían un gran reto, sin embargo, también los vemos como oportunidad para desarrollar proyectos que antes no habíamos considerado, particularmente en la cadena de valor con proveedores de segundo y tercer nivel; además, esto podría traer como consecuencia el arribo de inversión de Europa y de Asia. Para nosotros es importante destacar las oportunidades que brinda el T-MEC, entre las que se encuentra la posibilidad de incrementar el contenido regional de los vehículos y los componentes.
La cooperación entre la industria privada y el sector gubernamental es fundamental para garantizar la estabilidad económica para el país, así como para atraer nuevos proyectos y nuevas inversiones, sin descuidar las existentes.
Es relevante mencionar que la industria automotriz mexicana se ha destacado por ser la cuarta exportadora a nivel mundial, gracias a la participación de empresas nacionales y extranjeras que han elegido a México como destino de sus inversiones, considerando las condiciones que nos permiten ser competitivos frente al resto del mundo.
Las empresas de la industria automotriz establecidas en nuestro país tenemos un gran compromiso con las familias mexicanas, no solo para continuar atrayendo inversiones y manteniendo la competitividad del país, sino también para conservar las que han llegado desde hace más de noventa años y nos permiten generar empleos estables y bien remunerados. Este es nuestro principal objetivo y el T-MEC es un ejemplo de ello.
Hoy en día, estamos navegando aguas turbulentas en materia económica, se están presentando iniciativas, reformas y situaciones que podrían poner en riesgo nuestra capacidad de contribuir al desarrollo y bienestar del país. Debemos admitir que no podremos superar estas circunstancias por nuestra cuenta, necesitamos el apoyo de las autoridades federales y de cada uno de los niveles de gobierno para poder asegurar el futuro de las y los mexicanos. El gobierno debe adoptar un papel conciliador, y entender que todos buscamos lo mismo: beneficiar al país. Eso sólo podemos lograrlo trabajando juntos para mantenernos como un país competitivo.
José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA)*
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Por Dr. José Zozaya
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