Las relaciones entre China y los países de América Latina prosperan, pero al mismo tiempo hacen frente a nuevos desafíos a medida que la región lidia con varias crisis en diferentes ámbitos. Entretanto, EEUU va perdiendo su influencia en la región, dice el estudio del ‘think tank’ estadounidense Brookings.
Los gobiernos latinoamericanos que buscaban nuevos caminos hacia el desarrollo sostenible dieron una cálida bienvenida a China cuando esta debutó en la región a mediados de la década de 2000, apunta el estudio.
A partir de entonces las relaciones entre los países de América Latina y Pekín se han hecho más pragmáticas. Esto sucedió cuando las élites y partes de la población de los países de la región empezaron a percibir los beneficios del acercamiento con China con más escepticismo, opina el autor de la obra.
Sin embargo, los beneficios de una relación más estrecha con China de todas formas parecen pesar más que los costos de estos lazos. Por lo tanto es de esperar que los países de América Latina y el Caribe vayan a seguir invirtiendo en relaciones más sólidas y estrechas con Pekín, agrega.
Estados Unidos empezó a hacer caso a la creciente influencia de China y llegó a entender que su papel histórico como la principal potencia en la región se encuentra en riesgo. El estudio subraya que la Administración Trump ha fracasado en alterar estas tendencias y encontrar una política correcta que le ayude a hacerse con la prioridad en las relaciones de los países latinoamericanos con el resto del mundo.
El estudio enfatiza también que EEUU tiene que encontrar un enfoque más generoso y sofisticado en relación con sus socios en el hemisferio occidental para no perder terreno ante el avance de China. El autor recalca que esto debe pasar sin importar quién gana las elecciones presidenciales en noviembre.
En términos de comercio e inversiones, China en cuestión de una década pasó de ser un país sin casi presencia en la región latinoamericana a un jugador de peso pesado. La política económica china basada en el win-win ofrece a los países de la región un camino hacia cadenas de suministro globales.
EEUU, por su parte, lanzó una campaña que tiene como objetivo ser capaz de competir con Pekín en diferentes partes del planeta, especialmente en el hemisferio occidental. El estudio señala que el enfoque no puede ser universal para toda la región: EEUU tiene que tener enfoques únicos para cada país de América Latina.
“Mientras que China está haciendo frente a retos económicos y de reputación, llega el tiempo para Estados Unidos de hacer un esfuerzo coordinado en su hemisferio”, opina el analista de Brookings.
¿Qué busca el dragón en América Latina?
Con la llegada al poder de Donald Trump los países latinoamericanos aún más empezaron a percibir China como un socio viable teniendo en cuenta que el presidente norteamericano recurrió en reiteradas ocasiones a la retórica nacionalista y antinmigrante, indica el autor.
Pekín busca asegurar la entrada de energía, metales y alimentos a su territorio porque los necesita para alimentar su economía robusta y su creciente clase media. Otra meta de la política actual china es expandir los mercados de exportaciones.
Asimismo, la República Popular China busca competir con Estados Unidos en su zona de intereses, el hemisferio occidental. Una de las razones detrás de esta política es corresponder, al menos de manera simbólica, a la presencia permanente de Washington en la órbita geográfica de China. También a las autoridades en Pekín les gustaría que su país alcanzase la cumbre de la cadena alimenticia internacional, deduce el autor de la investigación.
El gigante asiático quiere apoyar a sus socios ideológicos en la región latinoamericana: se trata del Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y las nuevas autoridades comunistas en Cuba.
La expansión económica y política de China se lleva a cabo bajo la bandera de la protección de la soberanía nacional de los países de la región junto con el aumento significativo en comercio, préstamos e inversiones. Este enfoque, como era de esperar, fue bien recibido en la región, apunta el estudio.
En 2000 el volumen de comercio entre la PRC y la región de América Latina y el Caribe fue de 12.000 millones de dólares, pero para 2019 alcanzó casi 315.000 millones de dólares. Hoy en día Pekín es el principal socio comercial de Brasil, Chile, Uruguay, Perú y Argentina. También presta dinero en grandes cantidades a los gobiernos latinoamericanos. Estos préstamos son devueltos por algunos países en materias primas como el petróleo.
Últimamente las compañías chinas han dejado de invertir exclusivamente en los sectores de la extracción y han empezado a invertir en la prestación de servicios y la construcción de infraestructura, así como en la electricidad, internet, los ferrocarriles y los proyectos de construcción de puertos.
China redirige una parte considerable de sus inversiones hacia la resolución de los problemas de los países de América Latina en el ámbito de transportación y logística. Pekín invierte en puentes, ferrocarriles, puertos y proyectos de generación de energía. Todos estos pasos están encaminados a facilitar la circulación de bienes entre dos socios comerciales que se encuentran muy lejos.
No obstante, los fabricantes de América Latina no están contentos con la política china en cuanto a las importaciones: Pekín no cumplió con su promesa de abrir plenamente su mercado doméstico a los productos y servicios que provienen de los países de la región, pone de relieve el autor.
Pese a todas las adversidades la actividad económica de China parece tener un efecto positivo en la región latinoamericana. Los países de esta zona exportan minerales de hierro —de Brasil—, cultivos de soja —de Argentina— y metales —de Chile—. Pekín erige nuevos puentes, túneles y estadios de fútbol.
No obstante, las élites en los países de la región están divididas en dos grupos: el primero se ha beneficiado de las relaciones económicas más estrechas con Pekín; el otro, como por ejemplo los fabricantes brasileños, ha sufrido las importaciones baratas de la PRC.
Las acciones de China provocaron el enriquecimiento de la clase alta y de esta manera causó que la desigualdad en los países respectivos creciese, pero hay quien cree que la presencia de Pekín es un contrapeso a Estados Unidos.
La mayoría de los gobiernos latinoamericanos, asevera el autor del estudio, reconocen que no pueden salir de la recesión severa provocada por el brote del coronavirus sin la generosidad de Pekín. Muchos de ellos reciben las donaciones chinas en forma de suministros médicos.
Simultáneamente las empresas chinas se ofrecen para jugar un papel más importante en el espacio de telecomunicaciones de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, Huawei licita para ganarse concesiones importantes sobre las redes 5G, lo que suscita preocupaciones sobre la seguridad nacional, la privacidad y la vigilancia por parte de China en la región, señala el estudio.
Diferentes enfoques de EEUU respecto a América Latina
“Después de décadas del comportamiento hegemónico e intervencionista en la región, Estados Unidos, después de la Guerra Fría, empezó a jugar un rol más benevolente”, subraya el analista de Brookings.
Los enfoques hacia la política norteamericana en América Latina y el Caribe variaron de acuerdo con las prioridades de las administraciones norteamericanas en la política exterior.
Según el estudio, la Administración Clinton abogó por una agenda ambiciosa que iba a involucrar todo el hemisferio occidental: se trata de la política encaminada a unir la región sobre la base de “democracia liberal representativa, libre comercio y economía de mercado” como una manera de alcanzar el desarrollo sostenible.
La Administración Bush, especialmente después de los ataques del 11-S, ha adoptado un enfoque más oneroso referente a la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo en la región. Al mismo tiempo mantuvo la fe en el financiamiento de la asistencia para el desarrollo de los países latinoamericanos.
La Administración Obama, enfocada en la crisis de inmigrantes provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica, no obstante, hizo un avance importante en los lazos con los gobiernos de la región. El autor del estudio precisa que la Administración Obama mejoró las relaciones con Cuba y, además, facilitó la firma de un acuerdo de paz en Colombia.
En general, la influencia de EEUU en América Latina y el Caribe fue grande en aquellos ocho años, si bien ya pasó a entrar en declive.
Después de tres años de la Administración Trump, Estados Unidos está en gran medida ausente en América Latina y el Caribe. Ha vuelto a ser una fuerza hegemónica que representa una amenaza para los países regionales. Esto causó que volvieran a aparecer opiniones menos favorables respecto a Washington.
“El antagonismo tipo yanqui go home empezó a sonar con renovado vigor. Entretanto, Trump hizo volver la retórica intervencionista de la Doctrina Monroe del siglo XIX”, precisa el analista.
Teniendo en cuenta que China recurre a la diplomacia comercial resuelta y de poder blando, la táctica de comportamiento agresivo hace que las fuerzas antiestadounidenses de los países latinoamericanos ganen más ímpetu. Pekín claramente se beneficia del enfoque miope de la Administración Trump.
En noviembre de 2020 los votantes de EEUU elegirán el camino que su país seguirá, incluso en relación a los lazos con sus vecinos más cercanos en el sur.
Durante la presidencia de Trump el Partido Republicano —al que el mandatario actual pertenece— hizo más hincapié en el proteccionismo y la política antinmigración. El Partido Demócrata, entretanto, está decidido a volver a las políticas practicadas durante la Administración Obama.
Joe Biden, el precandidato a la Presidencia de EEUU, culpa más a Washington que a Pekín del deplorable estado de las cosas en las relaciones entre Estados Unidos y los países de América Latina y el Caribe. El demócrata, aun así, asevera que EEUU tiene una gran ventaja en la región. Según él, China y Rusia no tienen los mismos lazos y la historia común con los pueblos latinoamericanos, cita sus palabras el estudio.
Para regresar a la región por la puerta grande EEUU necesita ofrecer a los países de la región alternativas positivas al modelo económico y político centrista de China.
El autor de la obra opina que el enfoque hacia los países latinoamericanos debe ser blando, es decir, Washington no debería hacerlos elegir entre él y Pekín. En cualquier caso, vaticina el analista, EEUU tardará muchos años en cambiar las tendencias actuales para que sean más favorables para él.
Por Denis Lukyanov
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