¿Qué pasa si no hay suficientes texanos que quieran vacunarse contra covid-19?

La vida no va a regresar a la normalidad hasta que haya una vacuna contra el coronavirus, y eso representa un gran reto, especialmente para Texas.

Son muchos los que ya se muestran escépticos, y la mayoría dice que no se vacunaría si estuviera disponible para el día de las elecciones.

En esa encuesta de Kaiser Family Foundation, tomada hace aproximadamente un mes, el 62% temía que la presión política del gobierno de Trump apresurara el proceso, en menoscabo de la seguridad y efectividad de la vacuna.

Hace alrededor de una década, muchos creían que la vacuna contra el H1N1 había sido precipitada, y según los expertos eso limitó su adopción.

En Texas, donde millones de personas no tienen seguro de salud o un médico general, el promedio de vacunación ya de por sí es muy bajo.

De acuerdo con una clasificación de Commonwealth Fund, solo una cuarta parte de los adultos texanos se aplicaron las vacunas recomendadas contra la influenza y la neumonía en 2018, quedando el estado en el lugar 50, empatado en último lugar con Louisiana.

Igual de inquietante es que el índice de vacunación de Texas en esa clasificación cayó 11 puntos porcentuales en cuatro años.

Si el estado quisiera igualar el promedio nacional, tendría que inmunizar a otros 1.3 millones de habitantes.

“Ese siempre es el reto con Texas, el acceso a los servicios médicos”, dijo la doctora Trish Perl, directora de la división de enfermedades infecciosas de UT Southwestern Medical Center y especialista en enfermedades infecciosas del Sistema de Salud y Hospitales Parkland.

Personas sin seguro médico

Texas tiene más de 5 millones de habitantes no asegurados, casi dos veces más que el estado que más se le acerca; y 1 de cada 3 adultos, contando los que tienen seguro, no tienen médico de atención primaria, una voz de confianza que les puede ayudar a decidir vacunarse.

“Vamos a tener que generar confianza y ser creativos sobre cómo lo vamos a hacer”, dijo Perl, y agregó que corresponde a especialistas como ella revisar con ojo crítico la vacuna y hacer pública esa información.

Perl prevé que la vacuna empezará a aplicarse a los trabajadores de la salud que están expuestos al coronavirus.

Eso llevará a un mayor índice de adopción y más información sobre su eficacia, y dará tiempo para aprovisionarse de la vacuna para la población general.

Si los médicos y enfermeras quedan satisfechos, tendrán mucho poder de influencia en su adopción.

“Nosotros podemos ser el modelo a seguir en todo esto y ayudar en el proceso de divulgación”, dijo Perl. “La gente confía en sus doctores”.

El año pasado casi el 97% de los médicos se pusieron la vacuna contra la influenza, así como el 90% de las enfermeras, farmacéuticos y practicantes de enfermería, según estimaciones de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

En comparación, un poco menos de la mitad de la población total —desde los seis meses de edad— se puso la vacuna contra la influenza en 2018-2019.

Una vacuna contra el coronavirus sería muy diferente, ya que intervienen nuevas tecnologías y un proceso acelerado de desarrollo.

Pero si las pruebas se adhieren a la ciencia y se demuestra que la vacuna es segura y efectiva, los trabajadores de la salud serán los primeros que la reciban.

“Personalmente la voy a tomar y la voy a promover entre mis pacientes”, dijo el doctor Stewart Coffman, médico de emergencias por más de 20 años en Dallas-Fort Worth y vicepresidente de Envision Healthcare.

Coffman dijo que a él y a su esposa les dio covid-19 en marzo y que tuvieron síntomas leves. Él tiene 55 años y no padece afecciones subyacentes, por lo que no está en el grupo de alto riesgo.

Pero quiere proteger a su familia, pacientes y a la comunidad, y teme estar expuesto al virus otra vez.

“Haberlo tenido no necesariamente confirma que tendrá inmunidad por mucho tiempo”, dijo Coffman.

Envision cuenta con más de 1,000 clínicos en Texas, y muchos se dedican a promover la vacuna contra la influenza, que ya está empezando a salir para esta temporada.

En las clínicas de atención primaria, centros de vida asistida y residencias para adultos mayores, promoverán la vacuna contra la influenza este otoño, y seguirán el mismo patrón cuando salga una vacuna contra el coronavirus.

Muchos pacientes que están en alto riesgo por influenza también lo están por covid-19.

Aquellos que padecen diabetes, alta presión sanguínea y enfermedades respiratorias están entre las más vulnerables, añadió, y cuando se enferman, es difícil determinar si es gripe o covid-19.

Otra razón para reducir los casos de gripe es que los hospitales tengan suficiente capacidad y equipamiento si se produce otro fuerte brote de covid-19.

¿Cual sería un buen promedio de vacunación contra el coronavirus? Perl prevé un promedio de entre 50% y 60% de la población.

“Me gustaría que fuera del 80%, porque necesitamos inmunidad para proteger a los más vulnerables”, dijo.

En 2009, la vacuna contra el H1N1 se aplicó a alrededor del 27% de la nación y el 40% de los niños, según estimaciones de los CDC.

El índice de vacunación fue menor a lo esperado y decenas de millones de dosis quedaron si usar.

“Una razón importante de que haya sido así era la idea de que la vacuna era ‘riesgosa’, que se había ‘precipitado’ su producción y que no había sido probada”, dice un informe de Johns Hopkins Center for Health Security.

Mensajes contradictorios

El público tiene aprensiones similares sobre una vacuna contra el coronavirus, en parte por los mensajes contradictorios que recibe.

El presidente Donald Trump se ha referido varias veces a un gran logro en la obtención de una vacuna para el día de las elecciones mientras que su máximo experto médico dijo que la vacuna no estaría a amplia disposición pública hasta mediados del próximo año.

“Ya veo por qué puede haber vacilación, pero si el proceso de aprobación se hace como debe ser, eso deberá dar cierta tranquilidad”, dijo el doctor Seth Kaplan, pediatra y presidente electo de la Texas Pediatric Society.

“La campaña de comunicación e información va a tener que ser enorme porque tenemos que llegar a la gente donde está”.

Entre el 60% y 70% de sus pacientes en su consultorio de Frisco recibió la vacuna contra el H1N1, dijo.

Los pediatras juegan un papel importante en promover la vacunación porque padres y abuelos suelen estar en el consultorio con sus pacientes.

“Estamos muy acostumbrados a informar a la gente sobre la importancia de las vacunas”, dijo Kaplan.

Pero el escepticismo hacia la ciencia ha estado creciendo, alimentada en parte por los movimientos antivacunación.

Ese escepticismo mina la confianza en la medicina y presenta un peligro insidioso a las iniciativas de salud pública.

“Uno puede tener un montón de pruebas, pero si la gente ‘cree’ en otra cosa, parece imponerse a todo lo demás”, dijo el doctor Jason Terk, pediatra de Keller y presidente de Texas Public Health Coalition y miembro activo de la Texas Medical Association.

Texas no ha expandido su cobertura de salud y no ha invertido suficiente en la salud pública, agregó.

De acuerdo con la clasificación de Commonwealth, Texas quedó en el lugar 41 en gasto estatal en salud pública en 2018.

El gasto per cápita de Texas fue menos de la mitad del promedio nacional y 39% menos de lo que el estado gastó cuatro años antes, según el estudio.

Desde 2004, la asociación médica ha vacunado a niños texanos en riesgo a través de su campaña Be Wise — Immunize, habiendo aplicado más de 360,000 vacunas a niños y adultos.

“Nosotros tratamos de llenar los huecos aquí y allá, pero no es lo mismo que tener un verdadero plan que llegue a toda la población”, dijo Terk.

Foto: iSTOCK / Getty Images

Créditos: dallasnews.com

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