Este 19 de mayo, la calificadora de riesgo Moody’s rebajó la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos, provocando una sacudida en los mercados financieros. El creciente endeudamiento del país, que ya supera los 36 billones de dólares, ha generado preocupaciones sobre la estabilidad fiscal a largo plazo.
La medida coincide con un clima de incertidumbre política y presiones sobre la Reserva Federal, que aún debate si bajar las tasas de interés ante una economía que da señales mixtas. La reducción de la calificación podría incrementar el costo del crédito, presionar las tasas de interés a nivel global y afectar la inversión extranjera.
Desde Washington, legisladores discuten posibles recortes al gasto público y mecanismos para contener la deuda, pero la polarización política complica cualquier acuerdo bipartidista. Mientras tanto, economistas advierten que el mundo ya no percibe a Estados Unidos como un refugio financiero totalmente seguro.
