El peso mexicano sufrió una nueva jornada de presión frente al dólar estadounidense, depreciándose tras la publicación de cifras que muestran una contracción en la economía de Estados Unidos. El tipo de cambio se ubicó al cierre de la jornada en niveles superiores a los del día anterior, alimentado por una ola global de aversión al riesgo.
El principal detonante fue la noticia de que el Producto Interno Bruto (PIB) de EE.UU. cayó 0.3% durante el primer trimestre, lo que sorprendió al mercado y generó temores de una posible recesión. Este escenario afectó de inmediato a los países con fuertes vínculos comerciales con Estados Unidos, como México.
La incertidumbre provocó que los inversionistas migraran hacia activos refugio, en particular el dólar, fortaleciendo su valor frente a divisas emergentes. Esto también ha reavivado las preocupaciones sobre el impacto que una desaceleración económica en EE.UU. tendría sobre las exportaciones mexicanas y las remesas, pilares fundamentales para la economía nacional.
El Banco de México, que ya ha mostrado una postura cautelosa en sus últimas decisiones, probablemente siga de cerca la evolución del tipo de cambio. Una depreciación prolongada del peso podría ejercer presión sobre la inflación, lo que obligaría al banco central a reconsiderar su política monetaria.
A pesar de ello, algunos analistas destacan que la solidez de las reservas internacionales y el control del déficit fiscal podrían actuar como amortiguadores ante una mayor volatilidad. Sin embargo, la incertidumbre continuará mientras no haya señales claras de recuperación en Estados Unidos.