Se trata del polémico regalo de Qatar para Trump y posible uso presidencial como el Air Force One
San Antonio, Texas – Un avión de lujo modelo Boeing 747, valuado en unos 400 millones de dólares y donado por el gobierno de Qatar, permanece estacionado en un aeropuerto de San Antonio mientras se prepara para una remodelación que podría ser histórica: convertirse en la nueva aeronave presidencial de Estados Unidos durante el actual mandato de Donald Trump. La información fue revelada por la cadena National Public Radio (NPR).
Aunque la aeronave, claramente aún no ha sido modificada ni certificada como Air Force One, Trump está solicitando se haga cuanto antes. El Departamento de Defensa confirmó la aceptación formalmente y que su proceso de adecuación está en marcha. La noticia ha desatado una oleada de cuestionamientos éticos, legales y políticos, tanto en Washington como entre aliados internacionales.
De regalo diplomático a escándalo doméstico
El avión fue ofrecido a Estados Unidos por Qatar durante el reciente viaje de Trump a Medio Oriente, el cual incluyó visitas a Doha, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Según la Casa Blanca, la aeronave fue entregada como un obsequio al Departamento de Defensa, en el marco de una serie de acuerdos comerciales millonarios entre ambos países y el Pentágono anunció ya haber tomado posesión del mismo.
“Este avión es un regalo, sin costo alguno”, declaró Trump en su red social Truth Social. “Solo un tonto rechazaría esta oferta en nombre del país”.
Trump añadió que, si bien lo usará durante su presidencia, su intención es eventualmente exhibirlo en su biblioteca presidencial.
No obstante, reportes de CNN revelan que fue la administración Trump quien primero se acercó a Qatar con el interés de adquirir un avión que pudiera servir como reemplazo anticipado del Air Force One actual. Esto se dio tras la notificación de Boeing al gobierno estadounidense de que no podría entregar nuevos aviones presidenciales hasta dentro de dos años.
Compleja adaptación y preocupaciones de seguridad
La aeronave, actualmente estacionada en San Antonio, aún no cuenta con los sistemas de comunicación segura, defensa electrónica ni alimentación de energía redundante requeridos para transportar al presidente de los Estados Unidos. Según expertos en aviación, el proceso de modificación podría tomar entre dos y cuatro años.
“Si esta transformación se hace en menos de un año, estaríamos poniendo en riesgo al presidente”, advirtió Nicholas Veronico, excontratista de la NASA y autor de un libro sobre Air Force One.
Por su parte, Richard Aboulafia, experto de AeroDynamic Advisory, alertó que el avión “no podría contar con las capacidades que normalmente se encuentran en un Air Force One”, como comunicaciones cifradas o protección ante ataques cibernéticos.
La reacción política
La controversia no ha tardado en trasladarse al Capitolio. Varios congresistas, tanto demócratas como republicanos, han expresado su preocupación por el origen extranjero del avión y por los procesos utilizados para su aceptación.
“Prefiero un gran y hermoso avión construido en Estados Unidos”, dijo el senador republicano Josh Hawley. Mientras que, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, ha propuesto prohibir el uso de aviones extranjeros como aeronaves presidenciales.
Mientras tanto, la Casa Blanca ha intentado desvincular al presidente del proceso, asegurando que se trata de un asunto gestionado por el Departamento de Defensa: “El presidente, francamente, no tiene nada que ver con esto”, afirmó la portavoz Karoline Leavitt.
¿Un ahorro o una carga para los contribuyentes?
Aunque Trump ha defendido la decisión alegando que se trata de un “ahorro” para los contribuyentes, expertos advierten que el costo de adaptar el avión podría superar ampliamente el valor original de la aeronave. Se necesitaría desmantelar buena parte del fuselaje, blindar sistemas críticos y reinstalar equipos sofisticados, incluyendo tecnologías que ni siquiera pueden detallarse por razones de seguridad nacional.
Además, hay dudas sobre si el avión estará listo antes de que finalice el mandato presidencial de Trump, en caso de que no obtenga la reelección en 2028.
¿Qué sigue después de la respuesta del Pentágono?
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, autorizó oficialmente al Departamento de la Fuerza Aérea comenzar los planes de modificación. Un vocero del Pentágono informó que ya se prepara la adjudicación de un contrato para esta tarea, cuyos detalles permanecen clasificados.
Mientras tanto, el avión qatarí seguirá estacionado en la pista de un aeropuerto de San Antonio, a la espera de un destino que, más allá de lo técnico, simboliza una nueva controversia en la relación entre diplomacia, poder y los límites de la ética presidencial.
Foto: @ROBERTO SCHMIDT